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Río+20: el G-77 logró reafirmar el paradigma del desarrollo sustentable

Publicado en el Tiempo Argentino.

El documento final, “el posible, no el deseado”, según el país anfitrión, incluirá la posición impulsada por el bloque de naciones emergentes. Una nueva disputa “Norte-Sur” disfrazada de color verde se instaló en la cumbre.

 

El de ayer fue un día lluvioso en Río. Llovía cuando la presidenta argentina arribó a la mañana procedente de México. También llovía cuando partió a las seis y cuarto de la tarde rumbo a Buenos Aires, con toda la comitiva y con el problema del paro de los camioneros a cuestas. De esta manera, fue un paso fugaz el de Cristina Fernández por la Cumbre Río+20. Del aeropuerto al Hotel Copacabana Palace, de allí al centro de convenciones donde se sacó la inevitable “foto de familia” con los demás mandatarios y regreso al aeropuerto.

Cristina Fernández pasó por Brasil con los ecos de su participación en el G-20 en México y el fuerte planteo que le hizo al primer ministro inglés por la soberanía de Malvinas y se fue con el alerta que llegaba desde la Argentina por los problemas que generaba la medida de fuerza liderada por Pablo Moyano. Entre ambas situaciones, un triunfo para la posición que la Argentina trajo a la cumbre del medioambiente y que marcó un nuevo enfrentamiento político y económico entre los países centrales (la Unión Europea a la cabeza) y el grupo de naciones emergentes o en vías de desarrollo nucleados en el denominado G-77 más China, en el cual tanto Brasil –país anfitrión de la Cumbre– como la Argentina tienen un papel de importancia. Es decir, una nueva disputa entre el Norte y el Sur, pero esta vez “disfrazada”de color verde.

“El documento que se firmará y que no es el que planteó la ONU es un triunfo del G-77, porque reafrima el paradigma del desarrollo sustentable, lo que se marcó en el primer encuentro de Río en 1992, y que 20 años después los países centrales no cumplieron”, señaló a Tiempo Silvia Révora, subsecretaria de Planificación y Política Ambiental de la Nación. Según su análisis, en esta cumbre se puso en juego la gobernanza del planeta, porque los países centrales le quisieron trasladar a los países emergentes el costo de los desastres ambientales. Pero ocurre que en esta época la correlación de fuerzas es distinta, y estos países tienen que conversar, no pueden imponer”.

Desde hace varias semanas que las distintas delegaciones de especialistas de más de 100 países venían discutiendo el documento final que firmarán los jefes de Estado mañana viernes en Río. Pero el acuerdo no llegaba y se estaba a un paso de un quiebre que haría fracasar rotundamente la cumbre. Allí fue cuando Brasil asumió una postura fuerte e impuso un documento que desde los países centrales y algunas agrupaciones ecologistas fue catalogado de suave e inocuo, pero que marca puntos muy importantes para los países emergentes.

¿Río+20 planteaba una trampa verde? Así lo entienden muchos especialistas. Tres frases se escucharon con fuerza en las negociaciones previas: “Economía verde”, “desarrollo sustentable” y “responsabilidades diferenciadas”. La primera de éstas fue la que quisieron imponer desde la Unión Europea y la trampa que presentaba era la de aceptar mundialmente, con el disfraz ecologista, restricciones comerciales a productos de los países emergentes que no podrían ingresar al Norte si no contaban con una certificación que darían también, claro está, desde el Norte. Esta postura no triunfó y si bien en el documento final se usará este término, se lo planteará de una manera bien diferente: la economía verde se ofrece como un instrumento más, una herramienta más del desarrollo sustentable, que cada país manejará de acuerdo a sus políticas de crecimiento.

Y aquí están las dos palabras sobre las que la delegación argentina insistió permanentemente: el desarrollo sustentable. Es decir, un desarrollo económico con equidad social y que debe tener en cuenta el cuidado del medio ambiente.

Y en este punto es que la idea de responsabilidades comunes pero diferenciadas adquiere una gran importancia. En esto insistió mucho la delegación argentina: que el mundo vive una crisis ambiental es algo que nadie niega, pero los principales responsables de haber llegado a esta situación son los países industrializados como los Estados Unidos y las naciones europeas, por lo tanto ellos no pueden ahora hacer que carguen todos con la misma responsabilidad a la hora de atacar el problema. Entonces, responsabilidad común en el cuidado del medio ambiente sí, pero con diferencias a la hora de aportar soluciones y cumplir con las medidas que ayuden a la ecología.

“Podemos decir que en esta discusión perdió la economía verde y ganó el desarrollo sustentable”, senaló a este medio Silvia Révora. Una definición contundente, para un encuentro en que se volvieron a presentar las disputas entre el Norte y el Sur. De alguna manera, se repitieron en Brasil las disputas que se plantearon en México, en el encuentro del G-20. Allí también la presidenta de la Argentina hizo oír su voz en contra de los ajustes y de las medidas que el Norte en crisis quiere hacer pagar a todo el planeta.